¿Sabes qué pasa si no lavas tu cisterna regularmente? Conoce 7 mitos y realidades sobre el lavado de cisternas. La cisterna es uno de los elementos más importantes en el sistema de almacenamiento de agua de una casa o edificio. Su función es garantizar que siempre tengamos agua disponible, incluso cuando el suministro de la red pública falla.
Sin embargo, muchas veces se pasa por alto un aspecto esencial: la limpieza periódica. Aunque a simple vista el agua pueda verse clara, si la cisterna no se lava regularmente, los riesgos para la salud y el deterioro de la instalación aumentan de manera considerable.
¿Qué pasa si no se lava la cisterna?
A continuación, explicamos qué sucede si no se lava la cisterna, los problemas más comunes que se presentan y por qué es tan importante realizar un mantenimiento adecuado.
Acumulación de sedimentos y suciedad
Con el tiempo, el agua que llega a la cisterna arrastra pequeñas partículas de arena, tierra, óxido de las tuberías e incluso restos orgánicos como hojas o insectos. Estas partículas se depositan en el fondo de la cisterna formando una capa de lodo o sedimento.
Si la cisterna no se lava, ese sedimento se acumula cada vez más y puede mezclarse con el agua cuando se agita o cuando la bomba de agua entra en funcionamiento. Esto provoca que el agua llegue a los grifos con turbidez, lo que no solo es desagradable, sino también insalubre.
Proliferación de bacterias y microorganismos
Uno de los problemas más graves de no lavar la cisterna es el crecimiento de bacterias, algas, hongos y protozoos. El agua estancada, sumada a la suciedad acumulada, crea un ambiente perfecto para que estos microorganismos se desarrollen.
Algunos de los más comunes son:
- Escherichia coli (E. coli): puede provocar diarrea, vómitos y dolor abdominal.
- Salmonella: responsable de intoxicaciones alimentarias y fiebre tifoidea.
- Giardia y otros parásitos: que se transmiten a través del agua contaminada.
Cuando estos microorganismos proliferan en la cisterna, el agua deja de ser segura para el consumo humano y aumenta el riesgo de enfermedades gastrointestinales.
Mal olor y mal sabor en el agua
Otro efecto evidente de una cisterna sucia es el mal olor y sabor del agua. La acumulación de materia orgánica, bacterias y algas produce compuestos que generan un olor desagradable, a veces similar al de agua estancada o moho.
Aunque el agua sea utilizada solo para limpieza o sanitarios, la presencia de estos olores puede ser incómoda. Y si se usa para beber o cocinar, el riesgo para la salud es aún mayor.
Aparición de manchas y sarro
Cuando la cisterna no se lava, los minerales presentes en el agua, como calcio y magnesio, se depositan en las paredes formando sarro o incrustaciones. Esto no solo dificulta la limpieza posterior, sino que también puede afectar el flujo del agua hacia la red hidráulica.
Además, la presencia de moho o algas puede generar manchas verdes o negras en las paredes de la cisterna, lo que deteriora el depósito y lo hace menos higiénico.
Daños en el sistema hidráulico
El agua contaminada o cargada de sedimentos no solo afecta la calidad del agua, también daña las tuberías, bombas y grifos. El sarro y los residuos sólidos pueden obstruir los conductos, reducir la presión del agua y aumentar el consumo eléctrico de la bomba.
Con el tiempo, esto se traduce en reparaciones más frecuentes, mayor gasto de mantenimiento y, en casos extremos, la necesidad de reemplazar la cisterna o los equipos de bombeo.
Riesgo de plagas
Una cisterna sucia puede convertirse en un refugio ideal para insectos y plagas. Los mosquitos, como el Aedes aegypti (transmisor del dengue, zika y chikungunya), pueden depositar sus huevos en depósitos de agua sin tapar o mal cuidados.
Además, cucarachas y roedores pueden acceder a cisternas mal selladas, contaminando aún más el agua y aumentando el riesgo de enfermedades.
Impacto en la salud de la familia
El punto más preocupante de no lavar la cisterna es el impacto directo en la salud de quienes consumen esa agua. Enfermedades gastrointestinales, infecciones cutáneas y problemas respiratorios (por hongos y moho) son algunas de las consecuencias más comunes.
Los niños, adultos mayores y personas con defensas bajas son los más vulnerables a enfermarse por agua contaminada. Incluso si el agua se hierve antes de beberla, algunos contaminantes químicos y sedimentos no desaparecen, lo que refuerza la necesidad de limpiar la cisterna de manera periódica.
¿Cada cuánto se debe lavar la cisterna?
La frecuencia de limpieza depende del uso y del entorno, pero la recomendación general es:
- Cada 6 meses: en viviendas con uso doméstico.
- Cada 3 meses: en lugares con alto consumo, como edificios, restaurantes o negocios.
- De inmediato: si se detecta mal olor, sabor extraño o presencia de sedimentos visibles en el agua.
Beneficios de mantener la cisterna limpia
- Agua más limpia y segura para toda la familia.
- Prevención de enfermedades transmitidas por el agua.
- Mayor vida útil de la cisterna y el sistema hidráulico.
- Reducción de gastos en reparaciones y en consumo eléctrico.
- Mejor calidad de vida y tranquilidad en el hogar.
No lavar la cisterna puede parecer un descuido menor, pero las consecuencias pueden ser graves: agua sucia, mal olor, proliferación de bacterias y riesgos para la salud. Además, un depósito en mal estado afecta directamente a las tuberías y a los equipos de bombeo, generando gastos innecesarios.
La limpieza regular de la cisterna no solo garantiza agua más segura, sino que también protege la salud de tu familia y alarga la vida útil de tus instalaciones hidráulicas. Un mantenimiento preventivo siempre será más económico y saludable que enfrentar las consecuencias de una cisterna descuidada.